1980. La racionalidad del ente: lo óntico y lo ontológico

La racionalidad del ente: lo óntico y lo ontológico

Estudios en honor del doctor Luis Recaséns Sichés, tomo I, UNAM, México, 1980

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La distinción heideggeriana entre óntico y ontológico no es fácil de hacer a primera vista, ni menos medir sus incalculables proyecciones, por mucho que esté resultando ineludible para las ciencias de lo humano como es el derecho. Como una primera noción, suficiente para los propósitos de esta monografía, digamos que ónticamente vemos al ente desde afuera, con pasividad (idealmente total), en forma contemplativa, tocado por su presencia y por nada más, en tanto que ontológicarnente el ente es visto desde adentro de él mismo, merced al despliegue de una actividad que lo proyecta como logos sobre la evidencia irrebasable de que todo cuanto existe, existe consistiendo en algo. «Óntico», adjetivo de ente, toma su significado de la existencia en sí de las cosas; esta existencia es un dato independiente de lo que el hombre puede saber acerca de ella; nuestro pensamiento ni la hace ni la deshace. «Ontológico», adjetivo de ser, corresponde a la interpretación que el hombre da cuando se pone en la tarea de descubrir la esencia de las cosas. En tal sentido, claro está, no aparece el ser de las cosas sino frente a un espíritu que las contempla también como ser, siendo ese espíritu quien lo declara. Obviamente el problema del ser corresponde, así, a una función del ser del espíritu que lo declara; y con tal alcance ni la pregunta ni la respuesta son algo independiente del hombre. Veremos luego, cómo hay en esto siempre una asunción respecto de los otros seres humanos, respecto de los restantes objetos culturales y respecto, incluso, de los objetos naturales que se integran como mundo objetivo. Esta asunción -allá, de un ser axiológico; y aquí, de un ser adiáforo- proviene del hecho esencial de que el ser humano vive con una comprensión del ser, al tener ser él mismo, teniéndolo de una forma absolutamente peculiar y ostensiblemente privilegiada. Todo el planteamiento existencial se radica en esta comprensión del ser como «verdad». Veámoslo.

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