1927. La Reforma Universitaria o el problema de la nueva generación

La Reforma Universitaria o el problema de la nueva generación

2da. ed., Espasa Calpe, Buenos Aires, 1927

El gran conflicto por que pasó la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, a principios de 1923, me hizo abandonar la idea que tenía de dedicar a la Nueva Universidad, un estudio que me llevara todo el tiempo que exigiera la magna naturaleza del asunto. La necesidad de robustecer doctrinariamente los altos intereses que peligraron en la antedicha crisis, me obligó a concretar mis reflexiones en palabras en el brevísimo plazo de cuarenta y seis días. Pruebas irremediables de esto fueron los numerosísimos errores tipográficos, a veces graves, de las segundas copias que, sin corregir, se dieron a la publicidad como primera edición. Con todo, la premura del tiempo cobró otros tributos mayores. Muchas instituciones fundamentales quedaron sin un completo desenvolvimiento analítico; en algunos casos apena si se llegó a un esbozo. Tal así lo relativo a la extensión universitaria, al seminario, a la doctrina por primera vez enunciada en el antiguo capítulo IV que considera a la Reforma Universitaria como parte do la Reforma Social, y muchos otros puntos que una comparación entre ambas ediciones pone inmediatamente de relieve. Ahora que he pasado los cuatrocientos días en redactarla, cada parte lleva la proporción que le corresponde en la teoría (…) Hoy presento el libro dividido en dos partes. Llamo a la primera La Reforma práctica, y en sus dos capítulos se responde a las cinco preguntas antes formuladas, es decir, se enfoca la realidad acaecida. La segunda parte denominada La Reforma teórica, trata de mostrar en esta realidad en desenvolvimiento, los caracteres donde se involucran las fuerzas directivas de la misma, así como su absoluta justificación, para que al dirigir la voluntad humana la evolución de esas fuerzas, pueda llegarse a las instituciones que las expresen plenamente, sin vacilaciones ni tardanzas. Por último, antes de la primera parte, he separado y desenvuelto como un capítulo de introducción, los dos primeros capítulos y otros párrafos de la primera edición, que desenvolvían una interpretación idealista de la Historia, indispensable para comprender debidamente la doctrina de la Reforma Universitaria.

1923. El problema universitario

El problema universitario

Talleres Gráficos Caracciolo y Plantié, Buenos Aires, 1923

La efervescencia que alcanza ahora en la Facultad de Derecho, un grado poco común, de violencia y anormalidad, invita a ahondar el asunto en busca de las causas que provocan estos hechos en la superficie social, pues, como a nadie se le habrá escapado, esto no es únicamente el resultado de acontecimientos preparados en horas, sino que la gestación obedece a fuerzas no claramente encauzadas que se vienen multiplicando de unos años a esta parte. Por de pronto la situación no es local sino general; comprende a las cinco universidades del país y si en una facultad determinada el mal se muestra con intensidad mayor, se debe a circunstancias accesorias que han acondicionado el movimiento colectivo en dicha forma, pero que una vez desaparecidas, dejarán a nuestra Facultad de Derecho en el mismo estado de debilidad espiritual en que todas se encuentran.

1947. La funcion social de las escuelas de abogacia

1947. La funcion social de las escuelas de abogacia

3ra. ed., Imprenta de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1947.

1947_funcion_social_tapaAceptemos que la Universidad esté en ruinas. Pero, por grande que sea la gravitación política que la Universidad padezca en estos momentos, a nadie se le escapa que está en la naturaleza misma de la Institución, un desarrollo paulatino de años y de décadas en que, por propio impulso, se ha de ir despolitizando hasta recuperar su nivel académico. Nada más estéril —porque ni siquiera la dignidad del gesto es compensación suficiente para las generaciones venideras—, que el alejamiento voluntario de las vocaciones universitarias en esta hora de la reconstrucción. Ha de pesar en nuestras conciencias si, al amparo de estos alejamientos voluntarios, se facilita la entrada al claustro de gente sin vocación docente y sin amor a la ciencia porque serán ellos los que, al correr de los años, organizados en nuevas camarillas, reeditarán los agravios de que acusamos al régimen caído, siguiendo su mismo procedimiento. En esta hora de la reconstrucción universitaria, cuando se defina la nueva función social que los tiempos asignan a las Facultades de Derecho, pujarán todas las ideologías por adueñarse de la hebra de argentinidad en que consiste su espíritu. Pero la argentinidad no admite otra definición que la que emerge de nuestra propia historia, desde el 25 de Mayo de 1810 hasta la fecha. No pueden definirla ni el catolicismo en la plenitud reaccionaria de su filosofía desertora de la Modernidad, ni el totalitarismo en la desesperación de su ideal político espiritualmente vencido en el mundo civilizado, ni el españolismo en la huera jactancia de unos mitos sobre virtudes morales que no son las virtudes del trabajo y la tolerancia sobre las que se ha constituido la cultura del Occidente. Por eso, en la reconstrucción universitaria, tenemos todavía mucho que hacer y mucho que decir los que, de algún modo herederos de las dos grandes Revoluciones liberales del siglo XVIII, sabemos que, si bien ha muerto el régimen de una producción económica no planificada, vive y vivirá por los tiempos de los tiempos, como un diamante que va ganando en luces cuanto más se lo talla, el ideal supremo de la personalidad humana como un fin en si, valor vertebral de una organización jurídica cuyo concepto de la justicia social contemple todos los esfuerzos y asegure para todos los beneficios de la libertad.